Luz.

14/11/15

Hoy cumple años la #pequecocinera. Cumple 12. 12 años desde que mi vida cambió para siempre. 12 años desde que me importa mucho hacer del mundo un lugar mejor, para ella y para los que son como ella: nuestros hijos.
Una de las revelaciones más grandes que me dio la maternidad es que está en nuestras manos mejorar el mundo. Que los valores que les transmitimos a nuestros hijos tienen sentido. Que criar buenas personas, comprometidas, amorosas, queridas, divertidas, respetuosas y respetadas tiene sentido.
Lo que no tiene sentido es lo que pasó ayer en Paris.
Y yo escucho a mi hija jugar con su hermana, sus primos y amigos. Se ríen, cantan, un poco se pelean, se vuelven a reír. Y se me infla el pecho de amor. Y mientras tanto leo el diario y se me estruja el alma. Este es el mundo en el que vivimos. El microscópico que un poco puedo controlar, y el otro que a veces no logro entender.
Era otro el post que tenía pensado escribir hoy en esta bitácora. Era sobre lo grande que está mi chiquita. Sobre cómo me gusta verla crecer y sobre las ganas que me dan de que se quede, así, chiquita. Era sobre el orgullo que me da ver cómo va desarrollando su personalidad, sus gustos. Y pienso en su sueño de ir a Paris a estudiar Pastelería. Y la angustia vuelve. Por la gente que está en Paris. Por mi chiquita y sus sueños. Por este mundo que está patas para arriba.
Soplo las velas y pido Paz. Para ella, para todos.

Todo llega en el momento en que tiene que llegar. No antes. No después.

3/11/15

Este post lo empecé a pensar exactamente hace un año un año y un dia. Al día siguiente de uno de los días más felices de mi vida, el del #casamientode15. Los viejos visitantes de este blog saben de lo que hablo (incluso he tenido reclamos por la demora de este post). Los nuevos, pueden enterarse acá.
Este post es un poco para mí, es bitácora de un día increíble. Es el placer de volver a ver las fotos y acordarme de cosas, gentes, palabras, emociones (alabadas sean las fotos y todo lo que nos regalan).
Otro poco para el que lo lea, para que se lleve algunas lindas (y fáciles de implementar) ideas de decoración, y muchas ganas de casarse. Lo dije antes, lo digo ahora: casarse es lo más. Y si te casas después de 15 años de feliz convivencia, con hijos que cada tanto te preguntan ¿y ustedes porqué no se casaron? y no tenés ninguna respuesta lógica para darles, bingo. Felicidad total.
Casarnos era un plan que teníamos desde hace tiempo, no se cuanto. Cuando nos conocimos los dos veníamos con el corazón roto de vidas pasadas y no queríamos compromiso de ningún tipo, así que teníamos una relación muy free... de vernos todos los días, casi todas las noches, al tiempo comprar juntos una casa, tener una hija, y luego otra. Eramos felices así sin papeles. Pero, porqué no? En algún momento empezamos a fantasear con el plan de casarnos. Pero siempre había algo mejor que hacer, organizar o en que gastar algún ahorro: arreglos en casa, planear un viaje, cambiar el auto. Hasta que un día dijimos "ahora". Sabíamos que no queríamos mega fiesta, pero sí que teníamos gente querida con quienes celebrar. Y yo que venía hace rato guardando ideas en una carpeta de Pinterest, datos en mi agenda, favoritos en mi browser (porque acumuladora-compulsiva-de-datos, remember?).
Y así, pusimos fecha y en 3 meses nos casamos. Corrimos un poco con algunas cosas, hicimos laburar a todos a nuestro alrededor y nos divertimos mucho mucho. Planeamos un casamiento para una noche primaveral de Noviembre. Y nos casamos en una noche invernal de noviembre, con 10 grados y una de las sudestadas más grandes de los últimos tiempos (dato no menor si la fiesta es en Tigre).


Este es el topper de la torta, con una ilustra divina que nos hizo un amigo. Los muñequitos también los usamos para identificar los baños.
Y ahora fotos, muchas fotos.
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MENOS MAL QUE SOY DE GEMINIS. Todos los derechos reservados. © Maira Gall.